"El otro día no podía dormirme por culpa de Roberto."
Con mis poderes psíquicos, puedo adivinar que Ud, intrépido lector, está pensando que no pude dormir pensando en lo maravilloso que es Roberto, y cuán enamorada estoy, y lo fuerte que brilla el sol cuando Roberto está a mi lado, y lo hermosa que se ve su sonrisa cuando me canta canciones de amor, y etcétera, etcétera, etcétera.
Lamento desilusionarlo y pinchar su globo inflado con el romanticismo más naif, pero no es así.
Roberto ronca. Y mucho.
Y el otro día no podía dormir justamente debido a sus ronquidos.
No es la primera vez que pasa...
Yo considero la rinoplastía como opción. Él no.
Insiste en que me duerma primero.
Pero bueno, no me quiero ir demasiado por las ramas.
La cuestión es que esa noche me puse a escribir inspirada en los ronquidos de Roberto y me salió este poema, que quiero compartir con todos ustedes.
El Ronquido de Roberto.
Es de noche y tengo frío
y algo molesta en la ciudad.
No es el perro del vecino,
es Roberto, que volvió a roncar
Recorrí toda la casa,
para el ronquido evitar.
Un análisis he hecho,
pero no puedo escapar.
El Ronquido de Roberto
ronronea en el estar.
Se escucha fuerte en el baño,
no se siente en el saguán.
El saguán está muy frío,
no me quiero allí quedar.
(Ay Roberto, mi querido,
deja ya de roncar.)
En la cocina reverberan
los sonidos de mi amor,
más el patio no se inmuta:
allí el ronquido no llegó.
El patio está oscuro
y embarrado, sí señor.
Pues allí no me quedo,
con ronquidos tendré que convivir Yo.
Entro al cuarto y me acuesto.
siento el grave temblor,
de mi Roberto querido,
y sus ronquidos, que salen de su corazón.
(Y los ingredientes que hacen que ésta sea la más natural de las historias de amor.)
viernes, 16 de marzo de 2007
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
